Música subterranea

En el transporte público en general, y muy en especial en el subterráneo, que es el que utilizo con mas frecuencia, además de los naturales «señores pasajeros», se mueve permanentemente un heterogéneo conjunto de vendedores ambulantes, mendigos, poetas (es decir hombres y mujeres que distribuyen cuadernillos con sus propios poemas, esperando recibir una moneda), y muchos etcéteras más.
Sin embargo, hay otro grupo de «visitantes» que siempre son vistos con simpatía: los músicos . Por trenes, estaciones y pasillos circula la música en todo momento, en manos de los mas variados y pintorescos ejecutantes: un ciego con acordeón y el consabido tema litoraleño, otro ciego con guitarra desgranando un tango, un muchacho con flauta, sentadito en un pasillo, interpretando una melodía que quizás sea de Bach o quizás no, un dúo de quena y charango y el clásico carnavalito, un saxofonista solitario, abandonado en otro pasillo, un señor en un rincón de una estación, con guitarra eléctrica y equipo de sonido, interpretando canciones de Silvio Rodriguez, y muchos más.

La gente (los señores pasajeros), agradecida, se fuga por un momento de la carga cotidiana, desarruga el entrecejo, esboza una sonrisa, acompaña el ritmo con el pie, y, sin esperar muchas exhortaciones, echa mano al bolsillo y deposita una moneda en la gorra. Los músicos quedan atrás, pero la melodía que trajeron permanece por un rato en los oídos.
Después, al salir a la superficie, solo se oye el rugir de la gran ciudad, y la magia se esfuma.

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