In de frunde di yegue

En el suceso cómico que fué «La tuerca» en televisión, en el sketch de «los jubilados», uno de los personajes, supuestamente extranjero, además de sanatear con el macarrónico latiguillo que encabeza esta nota, quedaba totalmente desconcertado cuando la cofradía de la plaza divagaba con proyectos delirantes. El no sabía si se trataba de algo viable o no, correcto o no, legal o no. Sin embargo, tenía muy en claro lo que quería, y casi lo imploraba a los demás: «¡No me dejen afuera!»

Tengo la impresión, algo así como una vaga sensación, que la Red (esta red, nuestra red) es el mas vasto, inconmensurable y (¿por que no?) delirante «adentro» del mundo actual, y millones de personas, encandiladas, fascinadas por los enigmas que plantea La Esfinge, se largan de cabeza al grito desesperado de «Por favor, no nos dejen afuera»
Todo el mundo (¡hasta yo!), desde prominentes instituciones científicas hasta vendedores de alfombras, tienen su página, para ventilar sus ideas o sus mercancías al viento del desierto, en el mas gigantesco diálogo de sordos que jamás haya existido.
Mientras tanto, y sin que quiera hacer moralina barata, millones de personas (otros millones) luchan penosamente por sobrevivir. ¿Como dice la canción infantil?:
«Piden pan,
no les dan.
Tienen sed,
les dan la Red.»

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