Inmigrantes

Daniel, Mauricio y yo somos tres porteños de primera… de primera generación. Esto significa que, en los tres casos, nuestros  padres llegaron al pais desde «las Uropas», en busca de un horizonte mejor. 

El padre de Daniel es Don Salo (foto de arriba), uno de tantos miles que repartieron su vida entre llevar adelante un hogar y una familia, y al mismo tiempo aportar su granito de arena por el ideal de un mundo mejor. Llegó, igual que miles de inmigrantes judíos, de Europa Oriental, quizás de Besarabia, como mi padre, y ambas historias de vida son muy parecidas.

El padre de Mauricio es Don Franco (foto de abajo), hijo de un campesino siciliano. Ante las duras condiciones de la existencia en su región natal, su familia lo envió, solo, a los 16 años, a nuestro pais, para «hacer la América». Al parecer, a eso dedicó toda su actividad, y llegó a la cresta de la ola.

Hoy, tanto Daniel como Mauricio, es decir los hijos de los inmigrantes, intentan, elección mediante, que los porteños definamos quien gobernará a la Ciudad de Buenos Aires, aunque haya quienes refunfuñen por los nuevos inmigrantes que van llegando (bolivianos, chinos). De todos modos, del mayor símbolo de la porteñidad, Carlitos Gardel, se puede afirmar con total certeza que no nació aquí, y que es hijo de una inmigrante.

Los argentinos ya han votado para Presidente de la República a un hijo de inmigrantes sirios, y quizas, en algún momento, llegue a gobernar esta ciudad el hijo del chino de aca a la vuelta. Y va a estar bien.

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